Hoy traigo al blog una lectura bastante habitual en muchos institutos para los alumnos de 2º o 3º de la ESO, Campos de fresas, del prolífico Jordi Sierra i Fabra. Será lectura de Paula en el próximo curso, así que es posible que dentro de algún tiempo os encontréis su reseña también por aquí.
Título: Campos de fresas.
Autor: Jordi Sierra i Fabra.
ISBN: 9788467574401
Editorial: SM (colección Gran Angular).
Fecha de publicación: 1997
Sinopsis: Amanece. En un hospital, Luci está en coma. Efectivamente, ha sufrido un golpe de calor debido a una pastilla de éxtasis, la droga de diseño de moda. Sus amigos comienzan a reflexionar sobre lo sucedido el día anterior; su mejor amiga, bulímica, se enfrenta finalmente a sí misma; el chico que está enamorado de Luci busca al camello que suministró la pastilla con la esperanza de ayudarla a salvar la vida. La policía también le busca, y un periodista se dispone a destapar todo el dramatismo de la historia. En unas horas, todo se descontrola, y cuantos conocen a Luci luchan por ella, pero también por algo más: mejorar sus vidas y recuperar el tiempo perdido.
Opinión personal: Una historia que atrapa a los lectores desde el principio, con una temática que seguro va a interesar a los adolescentes a los que va dirigida la novela porque aunque los protagonistas sean algo mayores que ellos en cierto modo es fácil sentirse representado por unos patrones de conducta bastante cercanos a los suyos. No hay que dejar de señalar que la historia de Campos de fresas reflejaba una realidad muy común hace unos años y aunque hoy la chavalería apuesta más por el botellón que por esas drogas de diseño que nos trae la novela lo cierto es que la historia sigue estando vigente y de actualidad.
Es un libro que además toca de refilón otros asuntos, como la bulimia que sufre la mejor amiga de la protagonista o el papel de la prensa poniendo sobre la mesa un debate sobre si se trata de amarillismo puro y duro o en cambio realiza una función social.
Cuando uno ha leído ya unos cuantos libros de Jordi Sierra tiene la sensación de que sabe muy bien por donde va a ir la historia, es el suyo un estilo siempre muy parecido, no quiero que esto se entienda como una crítica que lo es, simplemente la constatación de que es demasiado previsible.
Lanzo una pregunta final, y adelanto que no sé cuál es la respuesta: ¿A los chavales de catorce, quince años..., hay que marcarles estas lecturas como obligatorias en el instituto o habría que ir ya dando paso a algún clásico por ejemplo? Ahí lo dejo.