Así que tocaba nuevamente calzarse las deportivas y disfrutar de los maravillosos parajes por los que discurría la carrera. Como en ocasiones anteriores, a la carrera no faltó Gema Paula, aunque ella se decidió por los 9 kilómetros (al año que viene veremos lo que toca) y unos cuantos amigos, Miguel, David, Carlos, José Ramón, Raúl y Gustavo.
Era la primera vez en la que me enfrentaba a una media maratón, y aunque había entrenado y algún día había hecho casi 20 kilómetros siempre quedaba la duda de cómo se podía dar el día de la carrera.
A la entrada del Jardín del Príncipe (kilómetro 15,5) estaba Gema Paula animando (ella había terminado su carrera hacía ya un ratito y se fue allí a darnos unos ánimos que siempre se agradecen). Desde ese punto ya la meta casi se veía así que sólo faltaba el último esfuerzo y guardar alguna fuerza para la subida de la calle Sóforas, que tras casi 20 kilómetros a algunos se les hace un auténtico muro. Giro por la calle Moreras y al fondo ya se ve la meta, últimos metros y tras 2 horas y 9 minutos (menos de eso tardan algunos en hacerse el doble de distancia) llegaba a la meta con el objetivo cumplido. Buenas sensaciones y el convencimiento de poder haber ido algo más rápido, aunque las dudas del debut hicieron ser un poco más conservador.
Cuando en Septiembre David y yo nos planteábamos, casi en broma, correr la media mi único objetivo era terminarla y si era posible por debajo de las 2 horas y 15 minutos, así que objetivo más que cumplido. Al año que viene volveremos y ahora ya con la idea de bajar de las dos horas. ¿Próximo parada? La nocturna de junio, y aquí lo contaremos.
Fotografías: Sebastián Navarrete.