Lo reconozco, a veces lo ponen a huevo. La última ha sido Irene Montero que hace un par de días tuvo la feliz ocurrencia de hablar de los portavoces y las portavozas, bonito palabro que diría aquel. Aunque luego vino Adriana Lastras y se sumó a la fiesta..., ¿no quieres caldo?, pues toma dos tazas
Uno tiene la sensación de que lo de Irene Montero fue simplemente un despiste, pero en vez de reconocer que había sido una metedura de pata, siguió erre que erre. La imagen que acompaña el artículo no tardó aparecer en las redes sociales, y lo cierto es que razón no le falta. Si los políticos (y las políticas) creen que esto de los portavoces y las portavozas es lo que nos preocupa, pues adelante, allá ellos, que luego no se quejen si a los ciudadanos estas Irenes o estas Adrianas nos parecen auténticas cargas públicas.
Luego llega Alsina en su editorial de las ocho de la mañana en Onda Cero y te destroza mostrando tus incogruencias, en su twitter Montero no es portavoza sino portavoz, además luego habla de los votantes y no de las votantas, o de inscritos y no de inscritas..., y más de lo mismo con Adriana Lastras que también ha querido sacar partido de esto del lenguaje inclusivo, pero claro te colocan unos cuantos cortes en los que hablas sin tantos circunloquios y te dejan en calzoncillos (o en bragas).
No es la primera vez que traigo estos asuntos al blog, hace cosa de dos años y medio dejaba en el blog una carta abierta a un par de gilipollos, así que por lo que veo el tema sigue estando de actualidad... Hoy mismo me decía una amiga que el tema ha generado un gran debate, es cierto, estoy muy de acuerdo con ella, estamos discutiendo todo el mundo si estas cargos públicos o cargas públicas son tontos o tontas, gilipollos o giligallinas.