Vargas Llosa, premio Nobel de literatura en el año 2010, es uno de esos autores que tengo arrinconados por una mala experiencia en su momento. Sé que es algo injusto pero el primer libro suyo que leí, La ciudad y los perros, fue una de esas imposiciones que te hacen en el colegio que se me hizo muy cuesta arriba y que ni me gustó, ni entendí. Desde entonces he ido pasando de puntillas por su obra hasta llegar a su última novela.
Título: El héroe discreto.
Autor: Mario Vargas Llosa.
ISBN: 9781622631193
Editorial: Alfaguara.
Número de páginas: 392.
Fecha de publicación: Septiembre 2013.
Precio: 18,53 euros (tapa blanda), 9,49 euros (formato digital Kindle), 9,99 euros en formato epub.
Sinopsis: El héroe discreto narra la historia paralela de dos personajes: el ordenado y entrañable Felícito Yanaqué, un pequeño empresario de Piura, que es extorsionado; y de Ismael Carrera, un exitoso hombre de negocios, dueño de una aseguradora en Lima, quien urde una sorpresiva venganza contra sus dos hijos holgazanes que quisieron verlo muerto.
Ambos personajes son, a su modo, discretos rebeldes que intentan hacerse cargo de sus propios destinos, pues tanto Ismael como Felícito le echan un pulso al curso de los acontecimientos. Mientras Ismael desafía todas las convenciones de su clase, Felícito se aferra a unas pocas máximas para sentar cara al chantaje. No son justicieros, pero están por encima de las mezquindades de su entorno para vivir según sus ideales y deseos.
Viejos conocidos del mundo vargasllosiano aparecen en estas páginas: el sargento Lituma y los inconquistables, don Rigoberto, doña Lucrecia y Fonchito, todos moviéndose ahora en un Perú muy próspero.
Un libro lleno de humor, con elementos propios del melodrama, donde Piura y Lima ya no son espacios físicos, sino reinos de la imaginación poblados por los personajes del gran escritor que es Mario Vargas Llosa.
El héroe discreto nos cuenta dos historias paralelas que terminan confluyendo, la de Felícito Yanaqué, dueño de una pequeña empresa de transporte de Piura, y la de Ismael Carrera y Don Rigoberto, anciano de 80 años dueño de una aseguradora y su gerente respectivamente.
Felícito Yanaqué, empieza a recibir cartas de extorsión lo que rompe su tranquila vida. Pero Felícito no está dispuesto a arredrarse y siguiendo el consejo que le dejó su padre en su lecho de muerte: "Nunca te dejes pisotear por nadie, hijo. Este consejo es la única herencia que vas a tener", se resistirá a pagar los sobornos que le exigen poniendo el caso en manos de la policía. Gracias a su pundonor se convierte en una auténtica celebridad local al hacer frente a los extorsionadores, que llegarán a quemar su local y, supuestamente, a secuestrar a su amante Mabel.
Por otra parte, Ismael Carrera , decide vengarse de sus dos hijos, unos vagos que no ven la hora de que fallezca su padre y puedan heredar. La venganza pasa por el matrimonio con su sirvienta, mucho más joven que él. Los testigos de la boda, su chófer y el gerente de su empresa, tendrán que hacer frente a las intrigas de sus hijos que quieren conseguir la anulación del matrimonio por demencia e incapacidad del padre. Especialmente valiente será la actitud de Don Rigoberto, cuyos planes para disfrutar de una merecida jubilación se van al traste cuando decide ser testigo del matrimonio de su jefe y amigo.
Lo que más me ha gustado de la novela es la maestría de Vargas Llosa con la que a partir de una conversación, y sin solución de continuidad, consigue desplazar el diálogo a otro plano temporal. Es una característica que se repite muchas veces a lo largo de la historia y en la que el escritor hispano-peruano demuestra su excelente manejo del lenguaje. También me gustó mucho el uso de los localismos con modismos y giros idiomáticos del español que se utiliza en Perú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario