Fieles a su cita, como vienen haciendo desde hace 20 años, el Grupo de Teatro de Maestros de Aranjuez ha puesto en cartel esta pasada semana su última creación, Añoranzas, en lo que, título incluido, ha sonado un poco a triste despedida...
En esta ocasión presentaban ante el público dos adaptaciones libres a cargo de su director y actor, Gonzalo Magán, La joven respetuosa, de Jean Paul Sartre y Las aceitunas de Lope de Rueda. Dos obras totalmente diferentes tocando registros contrapuestos y mostrando bien a las claras que se siguen atreviendo con todo ;).
Ciertamente el público que asiste a estas representaciones, buenos conocedores del estilo del veterano grupo de teatro de maestros, va con la sonrisa y la carcajada por delante, sabiendo que va a pasar un rato muy agradable y por eso este año no dejaba de sorprender encontrarse con lo que a mí personalmente me ha parecido una muy buena adaptación de La puta respetuosa, -nada más llegar a casa me leí la obra original porque sentía una enorme curiosidad por cómo había adaptado la obra Gonzalo Magán- una obra que se ambienta en el sur de los Estados Unidos en los años en los que la discriminación racial estaba en pleno apogeo. Una joven prostituta es testigo del asesinato de un negro cometido por un blanco que además cuenta con un elevado estatus en la sociedad. En el escenario contemplamos como la manipulación y el abuso de poder a cargo de lo peor de la clase política pretende culpar a otro negro de un crimen que no ha cometido, simplemente porque es más fácil que la culpa recaiga en lo que se consideraba escoria de la sociedad. Una historia que pese a todo no deja de seguir vigente en nuestros días y que propone un tremendo dilema moral al que se ve sometida la protagonista, ¿decir la verdad y enfrentarse a los poderosos o mentir para que todo siga igual?... Qué irónico resulta además que la decisión quede en manos de otro ser inferior, mujer y además prostituta...
La segunda de las obras, está sí en absoluta clave de humor para conseguir distender el ambiente tras la crudeza de la anterior, nos traía uno de los más conocidos pasos de Lope de Rueda, con las discusiones de un matrimonio y su hija, Toribio, Águeda y Mencigüela, que discuten sobre cómo vender la piel del oso antes de cazarlo. Sonrisas, risas y carcajadas que no faltaron gracias al buen hacer de los actores.
Todo ello aderezado con unas presentadoras y un showman que nos iban poniendo en antecedentes de lo que íbamos a encontrar.
Muchas felicidades al director, Gonzalo Magán, y a todo el elenco de actores por un trabajo muy bien hecho... (Como siempre).