El lenguaje, es decir la capacidad de comunicarse de manera sistematizada y comprensible, es uno de los elementos que distingue a los seres humanos del resto de los seres vivos.
Pero tenemos un problema y es que estamos relativizando el lenguaje, decimos una cosa que no significa nada, o decimos otra cosa que significa algo distinto a lo que entiende el que nos escucha, y así todo. Los políticos, algunos políticos, son maestros en este arte, son capaces de hablar y no decir nada, soltar una perorata y que nadie sepa lo que de verdad escondían sus palabras.
Últimamente se está poniendo de moda el uso de la propiedad conmutativa en el lenguaje, esa propiedad conmutativa, que tan bien funciona en matemáticas, y que en el caso de la suma nos dice por ejemplo que el orden de los sumandos no afecta al resultado. Pero en el lenguaje las cosas no funcionan de esta manera, así, no es lo mismo decir tender a subir que subir a tender, y no es lo mismo hablar de presos políticos que de políticos presos.
En el año 2012 el Consejo de Europa aprobaba, no sin dificultades, una definición de "preso político" que decía textualmente "que su detención se haya llevado a cabo por razones estrictamente políticas, sin conexión con ninguna ofensa". Ahora toca discutir si en España tenemos presos políticos o tenemos políticos presos, porque no es lo mismo, en buena parte de los casos depende de si son de los tuyos o son de los otros.
¿Estos políticos están entre rejas por sus ideas políticas o están por otros motivos? Así, a bote pronto se me ocurren varios nombres, Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Vaclav Havel, Martin Luther King..., y luego hay otros, José Barrionuevo, Luis Barcenas, Ignacio González, Oriol Junqueras... Estos últimos es posible que estén o hayan estado en la cárcel por sus ideas, pero no por las políticas, sino por sus ideas de robar, prevaricar, defraudar, saltarse leyes... son políticos presos, nunca presos políticos.