Hoy voy a hablar de cosas que pueden parecer poco importantes, nimiedades y tonterías y que si además las ponemos frente a lo que estamos viviendo de dos años para acá puede parecer una soberana estupidez. O no tanto, porque al final tenemos que seguir viviendo y haciendo las cosas que nos gustaban, acudiendo a la biblioteca a por un libro, haciendo deporte, circulando por nuestras calles...
En Aranjuez se hace difícil circular por algunas calles, más que baches parece que lo que hay son cráteres, la calle Oropéndola se ha convertido por derecho propio en ejemplo de lo que cuento, y a quién le corresponde ni se ocupa ni se preocupa de ello.
En Aranjuez nos hemos tirado un año sin biblioteca y sin sala de estudios, porque claro es lo que tiene ser un pueblo de la España vacía o vaciada, a más de 45 kilómetros de la capital, con 60.000 vecinos y sin medios ni recursos, y mientras a quién le correspondía ni se ocupa ni se preocupaba de ello.
Imagen de la canasta de Olivas incrustada en el techo del pabellón |
Ha llegado un punto en el que uno ya no exige demasiado a los políticos que gestionan el día a día, pero al menos que se ocupen y pongan algo de interés en aquello por lo que les pagamos, porque no olvidemos que les pagamos nosotros, que deberían estar a nuestro servicio, y lo cierto es que lo único que hacen es servirse de nosotros. Y miren ustedes, yo no dudo de que sean buenas personas pero lo que tengo claro es que inútiles, ineptos e incapaces para gestionar tenemos en grandes cantidades, incluso nos daría para exportar. Váyanse y todos se lo agradeceremos.
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