Estos últimos días he visto en Twitter enlaces a un artículo de María Antonia Casanova, Directora de formación del Instituto Superior de Promoción Educativa, que tenía el título ¿Evaluación continua o examen final? Recomiendo su lectura porque me parece bastante interesante lo que cuenta.
Según Casanova la Lomce contiene una importante incoherencia, ya que el artículo 28 de la ley dice que la evaluación del proceso de aprendizaje será continua, mientras que el artículo 29 regula una prueba de evaluación final al finalizar 4º de la ESO que determina si se consigue o no el título correspondiente.
Pero no quería centrarme en la nueva ley, sino en lo que ocurre día tras día en los colegios e institutos. Ya cuando yo estudiaba se oía eso de la evaluación continua principalmente en asignaturas como el idioma extranjero y la lengua por poner un par de ejemplos, y los estudiantes nos lo tomábamos, en general, por el lado que más nos interesaba, si aprobabas al final, aunque durante el curso fueras suspendiendo para nosotros evaluación continua significaba que la asignatura estaba aprobada. Otras asignaturas funcionaban de modo distinto, las matemáticas por ejemplo iban evaluación a evaluación, y si suspendías alguna evaluación luego tenías que recuperarla o en el mejor de los casos ya se vería, según los gustos del profesor.
Veinticinco años después las cosas no han cambiado demasiado. En cada colegio, o mejor cada profesor, hace un poco de su capa un sayo. Los hay (mayoría) que siguen el modo tradicional de hacer un par de exámenes o tres en cada evaluación y de ahí sacar la media aritmética. Otros, apuestan por medias ponderadas, es decir no todos los exámenes tienen el mismo peso a la hora de calcular la nota que aparecerá en el boletín correspondiente. Otro grupo incluye siempre en sus exámenes material de pruebas anteriores con lo que en ese sentido hablan de evaluación continua. Cada uno tendrá sus motivos y no voy a entrar a criticar o decir qué método me parece mejor.
Pero también es cierto que la gran mayoría en la primera clase hablan de la importancia del trabajo diario, de la actitud en clase, de presentar las tareas, etc. aunque ya son aún menos los que hablan de evaluar trabajos voluntarios, seguramente porque no se plantean siquiera que sus alumnos pueden tener o sentir ganas de hacer algo en esa asignatura que no les hayan obligado a hacer (y a lo peor también porque si dan esa oportunidad se encuentran con que tienen que corregir y evaluar más trabajos). Y es una lástima porque fomentando este tipo de actividades es como yo creo que más se podría conseguir.
Puede ser una percepción equivocada, pero creo que somos mayoría los que pensamos que lo que de verdad cuenta al final es la nota del examen. Se pone mucho énfasis en hablar de otras cosas, pero al final es lo que importa. El trabajo diario o la actitud en el aula no pesan tanto como posiblemente debieran y sinceramente creo que esto es perjudicial para los alumnos en la mayor parte de los casos.
Sé que estoy generalizando, y toda generalización contiene injusticias, pero ¿se evalúa correctamente a los alumnos? ¿Tiene sentido en pleno siglo XXI seguir evaluando como en el siglo pasado? ¿De verdad es importante hacer que los alumnos se aprendan cosas de memoria que en el mejor de los casos habrán olvidado a la vuelta del fin de semana? Mucha TIC, mucho libro electrónico y mucha pizarra digital, pero seguimos prácticamente igual que cuando yo estudiaba la EGB. Estamos intentando educar para dentro de veinte años y seguimos haciéndolo con los métodos de hace 20 años en el mejor de los casos, y esto termina significando que la educación lleva al menos 40 años de retraso...
Hoy leía en un blog de 3º de Primaria del cole de mis hijas que Marta, la profesora, contaba que habían hecho un debate en clase. Me parece una actividad muy, muy acertada. Interesante y claro que a los alumnos les ha gustado mucho, es distinto a lo habitual, permite trabajar en equipo, colaborar, reflexionar sobre la opinión de los otros. ¿Alguien piensa que habrán aprendido menos que si hubieran seguido con el libro de texto? Yo estoy convencido de que no, más bien lo contrario.
Evidentemente hay profesores que intentan salirse de la norma, pero lo que más abunda sigue siendo la clase magistral, el imprescindible libro de texto, una metodología expositiva, un examen memorístico y deberes rutinarios para casa. ¿Esto motiva a los alumnos? No sé, pero si yo volviera hoy al colegio seguro que no me gustaría demasiado.
Soy consciente de que en primaria puede haber algo más de libertad y que los profesores de secundaria lo tienen demasiado complicado pero es que tampoco se mueven demasiado. Los alumnos hacen bien lo que se les enseña: copiar y hacer cosas de memoria o de forma automática pero pídeles que sean creativos, que tengan iniciativas... ¿Cómo van a tenerlas si no les ofrecemos nada de todo esto?
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