El curso pasado entró en vigor la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) y entre las novedades que aparecen este año se incluye la realización de una evaluación que tendrán que realizar todos los alumnos al finalizar el sexto curso de Educación Primaria
Según marca el artículo 21 de dicha ley, al finalizar el sexto curso de Educación Primaria, se realizará una evaluación individualizada a todos los alumnos y alumnas, en la que se comprobará el grado de adquisición de la competencia en comunicación lingüística, de la competencia matemática y de las competencias básicas en ciencia y tecnología, así como el logro de los objetivos de la etapa.
El MECD (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) ofrece, en su página web, un modelo de pruebas para la evaluación del sexto curso de Educación Primaria.
Desde estos enlaces se puede acceder a los audios de las pruebas (audio1 y audio2), la prueba de comprensión oral y escrita (español), la prueba de expresión oral y escrita (español), las pruebas de comprensión oral y escrita y las de expresión oral y escrita (inglés) , la prueba de competencia matemática y la prueba de competencia en ciencia y tecnología.
Posteriormente, se entregará un informe a los padres en el que conste el nivel obtenido por cada alumno en esa prueba y que tendrá carácter informativo y orientador para los centros en los que los alumnos y alumnas hayan cursado sexto curso de Educación Primaria y para aquellos en los que vayan a cursar el siguiente curso escolar.
Uno continua pensando que los exámenes no son ni la única ni la mejor manera de evaluar conocimientos pero desde las administraciones parece que todo se basa en esto, en más pruebas que intenten demostrar que las leyes de unos son mejores que las de otros y viceversa, y así seguimos sin llegar a acuerdos en temas vitales como el de la educación, mientras seguimos pensando en como llegar a la poltrona y ver con quién hay que pactar que para eso si nos pondremos de acuerdo...
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martes, 12 de enero de 2016
lunes, 15 de diciembre de 2014
De evaluaciones escolares
Leía hoy una interesante entrevista que aparece en elcorreo.com con André Antibi, experto en educación con un titular bastante sugerente: Hay profesores que suspenden para no perder prestigio.
No soy muy amigo de los expertos en educación porque en unas ocasiones me queda la sensación de que no han pisado un aula desde que salieron del instituto o de la universidad, y desde fuera es muy fácil teorizar y dar consejos, en otras ocasiones muestran unas posturas muy ideologizadas y difíciles de llevar a la práctica y en otras apuestan por el buenismo de forma exagerada.
En cualquier caso la entrevista me ha parecido interesante porque muestra una visión muy cercana a la que en muchas ocasiones tienen los alumnos, la parte más débil, aunque no olvidemos que es la más importante, del eslabón de la cadena de la educación. La evaluación que les hacen no siempre es con la idea de controlar sus conocimientos, sino más bien en ir a pillarles en lo que no saben. Es habitual encontrar alumnos que se quejan de que los ejercicios del examen son siempre más difíciles que los que les ponen en clase y en algunos casos no les falta razón.
Antibi propone un contrato de confianza con el alumno que según él consiste en lo siguiente:
No creo que sea algo fácilmente trasladable a todas las asignaturas porque no es o mismo pasar la lista de cuestiones que entran en el examen en la asignatura de historia que en la asignatura de física, pero es una manera de que, al menos, el examen parezca menos difícil, y es que no es extraño que los chavales digan que tienen un examen del tema 5, pero no tengan ni idea de qué va el tema 5.
Personalmente creo que seguir evaluando en base a los exámenes no es lo más acertado, la participación en clase, el trabajo voluntario de investigación o la actitud me parece que deberían pesar mucho más que esa lotería en la que en algunas ocasiones se convierten los exámenes. Cuando luego nos echamos las manos a la cabeza al ver los resultados de pruebas como PISA deberíamos pensar si el problema no está en que seguimos empecinados en el conocimiento memorístico en el que los alumnos aprenden de memoria, pero sin entender nada o casi nada, frente a una enseñanza en la que primara más la comprensión.
Y para finalizar una pregunta que aparece en la entrevista y que no nos debería dejar indiferentes:
Fotografía: Mireya López
No soy muy amigo de los expertos en educación porque en unas ocasiones me queda la sensación de que no han pisado un aula desde que salieron del instituto o de la universidad, y desde fuera es muy fácil teorizar y dar consejos, en otras ocasiones muestran unas posturas muy ideologizadas y difíciles de llevar a la práctica y en otras apuestan por el buenismo de forma exagerada.
En cualquier caso la entrevista me ha parecido interesante porque muestra una visión muy cercana a la que en muchas ocasiones tienen los alumnos, la parte más débil, aunque no olvidemos que es la más importante, del eslabón de la cadena de la educación. La evaluación que les hacen no siempre es con la idea de controlar sus conocimientos, sino más bien en ir a pillarles en lo que no saben. Es habitual encontrar alumnos que se quejan de que los ejercicios del examen son siempre más difíciles que los que les ponen en clase y en algunos casos no les falta razón.
Antibi propone un contrato de confianza con el alumno que según él consiste en lo siguiente:
Días antes de la prueba, el profesor facilita a los alumnos una lista de cuestiones que resumen las enseñanzas inculcadas en el periodo que se pretende evaluar; entre ellas se incluyen las que van a salir en el examen. Son cuestiones del programa oficial, que el alumno ya ha visto. El día de la prueba tendrá que resolver varios puntos de esa lista, con la ventaja de que conoce de antemano la respuesta. Y después habrá una reunión con los alumnos, para aclarar duras y facilitar la solución a los que no la han sabido. El profesor entonces no aparece como una persona que va a poner trampas...
No creo que sea algo fácilmente trasladable a todas las asignaturas porque no es o mismo pasar la lista de cuestiones que entran en el examen en la asignatura de historia que en la asignatura de física, pero es una manera de que, al menos, el examen parezca menos difícil, y es que no es extraño que los chavales digan que tienen un examen del tema 5, pero no tengan ni idea de qué va el tema 5.
Personalmente creo que seguir evaluando en base a los exámenes no es lo más acertado, la participación en clase, el trabajo voluntario de investigación o la actitud me parece que deberían pesar mucho más que esa lotería en la que en algunas ocasiones se convierten los exámenes. Cuando luego nos echamos las manos a la cabeza al ver los resultados de pruebas como PISA deberíamos pensar si el problema no está en que seguimos empecinados en el conocimiento memorístico en el que los alumnos aprenden de memoria, pero sin entender nada o casi nada, frente a una enseñanza en la que primara más la comprensión.
Y para finalizar una pregunta que aparece en la entrevista y que no nos debería dejar indiferentes:
¿La escuela puede llegar a desmotivar al alumno?
¡Evidentemente! Ese pobrecito alumno que trabaja, entiende, al principio le gusta la escuela... pero acaba suspendiendo. Lo que motiva más a una persona es el éxito, un alumno que no tiene éxito a pesar de su trabajo va a ir siempre desmotivado a clase.
Fotografía: Mireya López
martes, 5 de noviembre de 2013
Evaluaciones
Estos últimos días he visto en Twitter enlaces a un artículo de María Antonia Casanova, Directora de formación del Instituto Superior de Promoción Educativa, que tenía el título ¿Evaluación continua o examen final? Recomiendo su lectura porque me parece bastante interesante lo que cuenta.
Según Casanova la Lomce contiene una importante incoherencia, ya que el artículo 28 de la ley dice que la evaluación del proceso de aprendizaje será continua, mientras que el artículo 29 regula una prueba de evaluación final al finalizar 4º de la ESO que determina si se consigue o no el título correspondiente.
Pero no quería centrarme en la nueva ley, sino en lo que ocurre día tras día en los colegios e institutos. Ya cuando yo estudiaba se oía eso de la evaluación continua principalmente en asignaturas como el idioma extranjero y la lengua por poner un par de ejemplos, y los estudiantes nos lo tomábamos, en general, por el lado que más nos interesaba, si aprobabas al final, aunque durante el curso fueras suspendiendo para nosotros evaluación continua significaba que la asignatura estaba aprobada. Otras asignaturas funcionaban de modo distinto, las matemáticas por ejemplo iban evaluación a evaluación, y si suspendías alguna evaluación luego tenías que recuperarla o en el mejor de los casos ya se vería, según los gustos del profesor.
Veinticinco años después las cosas no han cambiado demasiado. En cada colegio, o mejor cada profesor, hace un poco de su capa un sayo. Los hay (mayoría) que siguen el modo tradicional de hacer un par de exámenes o tres en cada evaluación y de ahí sacar la media aritmética. Otros, apuestan por medias ponderadas, es decir no todos los exámenes tienen el mismo peso a la hora de calcular la nota que aparecerá en el boletín correspondiente. Otro grupo incluye siempre en sus exámenes material de pruebas anteriores con lo que en ese sentido hablan de evaluación continua. Cada uno tendrá sus motivos y no voy a entrar a criticar o decir qué método me parece mejor.
Pero también es cierto que la gran mayoría en la primera clase hablan de la importancia del trabajo diario, de la actitud en clase, de presentar las tareas, etc. aunque ya son aún menos los que hablan de evaluar trabajos voluntarios, seguramente porque no se plantean siquiera que sus alumnos pueden tener o sentir ganas de hacer algo en esa asignatura que no les hayan obligado a hacer (y a lo peor también porque si dan esa oportunidad se encuentran con que tienen que corregir y evaluar más trabajos). Y es una lástima porque fomentando este tipo de actividades es como yo creo que más se podría conseguir.
Puede ser una percepción equivocada, pero creo que somos mayoría los que pensamos que lo que de verdad cuenta al final es la nota del examen. Se pone mucho énfasis en hablar de otras cosas, pero al final es lo que importa. El trabajo diario o la actitud en el aula no pesan tanto como posiblemente debieran y sinceramente creo que esto es perjudicial para los alumnos en la mayor parte de los casos.
Sé que estoy generalizando, y toda generalización contiene injusticias, pero ¿se evalúa correctamente a los alumnos? ¿Tiene sentido en pleno siglo XXI seguir evaluando como en el siglo pasado? ¿De verdad es importante hacer que los alumnos se aprendan cosas de memoria que en el mejor de los casos habrán olvidado a la vuelta del fin de semana? Mucha TIC, mucho libro electrónico y mucha pizarra digital, pero seguimos prácticamente igual que cuando yo estudiaba la EGB. Estamos intentando educar para dentro de veinte años y seguimos haciéndolo con los métodos de hace 20 años en el mejor de los casos, y esto termina significando que la educación lleva al menos 40 años de retraso...
Hoy leía en un blog de 3º de Primaria del cole de mis hijas que Marta, la profesora, contaba que habían hecho un debate en clase. Me parece una actividad muy, muy acertada. Interesante y claro que a los alumnos les ha gustado mucho, es distinto a lo habitual, permite trabajar en equipo, colaborar, reflexionar sobre la opinión de los otros. ¿Alguien piensa que habrán aprendido menos que si hubieran seguido con el libro de texto? Yo estoy convencido de que no, más bien lo contrario.
Evidentemente hay profesores que intentan salirse de la norma, pero lo que más abunda sigue siendo la clase magistral, el imprescindible libro de texto, una metodología expositiva, un examen memorístico y deberes rutinarios para casa. ¿Esto motiva a los alumnos? No sé, pero si yo volviera hoy al colegio seguro que no me gustaría demasiado.
Soy consciente de que en primaria puede haber algo más de libertad y que los profesores de secundaria lo tienen demasiado complicado pero es que tampoco se mueven demasiado. Los alumnos hacen bien lo que se les enseña: copiar y hacer cosas de memoria o de forma automática pero pídeles que sean creativos, que tengan iniciativas... ¿Cómo van a tenerlas si no les ofrecemos nada de todo esto?
Según Casanova la Lomce contiene una importante incoherencia, ya que el artículo 28 de la ley dice que la evaluación del proceso de aprendizaje será continua, mientras que el artículo 29 regula una prueba de evaluación final al finalizar 4º de la ESO que determina si se consigue o no el título correspondiente.
Pero no quería centrarme en la nueva ley, sino en lo que ocurre día tras día en los colegios e institutos. Ya cuando yo estudiaba se oía eso de la evaluación continua principalmente en asignaturas como el idioma extranjero y la lengua por poner un par de ejemplos, y los estudiantes nos lo tomábamos, en general, por el lado que más nos interesaba, si aprobabas al final, aunque durante el curso fueras suspendiendo para nosotros evaluación continua significaba que la asignatura estaba aprobada. Otras asignaturas funcionaban de modo distinto, las matemáticas por ejemplo iban evaluación a evaluación, y si suspendías alguna evaluación luego tenías que recuperarla o en el mejor de los casos ya se vería, según los gustos del profesor.
Veinticinco años después las cosas no han cambiado demasiado. En cada colegio, o mejor cada profesor, hace un poco de su capa un sayo. Los hay (mayoría) que siguen el modo tradicional de hacer un par de exámenes o tres en cada evaluación y de ahí sacar la media aritmética. Otros, apuestan por medias ponderadas, es decir no todos los exámenes tienen el mismo peso a la hora de calcular la nota que aparecerá en el boletín correspondiente. Otro grupo incluye siempre en sus exámenes material de pruebas anteriores con lo que en ese sentido hablan de evaluación continua. Cada uno tendrá sus motivos y no voy a entrar a criticar o decir qué método me parece mejor.
Pero también es cierto que la gran mayoría en la primera clase hablan de la importancia del trabajo diario, de la actitud en clase, de presentar las tareas, etc. aunque ya son aún menos los que hablan de evaluar trabajos voluntarios, seguramente porque no se plantean siquiera que sus alumnos pueden tener o sentir ganas de hacer algo en esa asignatura que no les hayan obligado a hacer (y a lo peor también porque si dan esa oportunidad se encuentran con que tienen que corregir y evaluar más trabajos). Y es una lástima porque fomentando este tipo de actividades es como yo creo que más se podría conseguir.
Puede ser una percepción equivocada, pero creo que somos mayoría los que pensamos que lo que de verdad cuenta al final es la nota del examen. Se pone mucho énfasis en hablar de otras cosas, pero al final es lo que importa. El trabajo diario o la actitud en el aula no pesan tanto como posiblemente debieran y sinceramente creo que esto es perjudicial para los alumnos en la mayor parte de los casos.
Sé que estoy generalizando, y toda generalización contiene injusticias, pero ¿se evalúa correctamente a los alumnos? ¿Tiene sentido en pleno siglo XXI seguir evaluando como en el siglo pasado? ¿De verdad es importante hacer que los alumnos se aprendan cosas de memoria que en el mejor de los casos habrán olvidado a la vuelta del fin de semana? Mucha TIC, mucho libro electrónico y mucha pizarra digital, pero seguimos prácticamente igual que cuando yo estudiaba la EGB. Estamos intentando educar para dentro de veinte años y seguimos haciéndolo con los métodos de hace 20 años en el mejor de los casos, y esto termina significando que la educación lleva al menos 40 años de retraso...
Hoy leía en un blog de 3º de Primaria del cole de mis hijas que Marta, la profesora, contaba que habían hecho un debate en clase. Me parece una actividad muy, muy acertada. Interesante y claro que a los alumnos les ha gustado mucho, es distinto a lo habitual, permite trabajar en equipo, colaborar, reflexionar sobre la opinión de los otros. ¿Alguien piensa que habrán aprendido menos que si hubieran seguido con el libro de texto? Yo estoy convencido de que no, más bien lo contrario.
Evidentemente hay profesores que intentan salirse de la norma, pero lo que más abunda sigue siendo la clase magistral, el imprescindible libro de texto, una metodología expositiva, un examen memorístico y deberes rutinarios para casa. ¿Esto motiva a los alumnos? No sé, pero si yo volviera hoy al colegio seguro que no me gustaría demasiado.
Soy consciente de que en primaria puede haber algo más de libertad y que los profesores de secundaria lo tienen demasiado complicado pero es que tampoco se mueven demasiado. Los alumnos hacen bien lo que se les enseña: copiar y hacer cosas de memoria o de forma automática pero pídeles que sean creativos, que tengan iniciativas... ¿Cómo van a tenerlas si no les ofrecemos nada de todo esto?
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