Dice el titular que "el primer problema con las matemáticas es que no se entiende lo que se lee" y ciertamente no le falta razón. Soy de los que piensan que las matemáticas son importantes, sí, pero más importante es entender lo que leemos. Y ojo, que no hablamos de alumnos de los primeros cursos de primaria, tengo alumnos universitarios a los que hay que masticar el enunciado para que puedan hacer algo con él.
Los alumnos de primaria y secundaria se manejan bastante bien con el cálculo, y de hecho cuando entienden lo que les están preguntando suelen responder de manera correcta. Seguramente se trabaja en esas edades mucho el cálculo, los algoritmos necesarios para hacer la operación, pero lo que no tengo tan claro es que entiendan bien los conceptos que hay detrás y el por qué de esas operaciones.
Mi hija mayor (5º de primaria) me decía hace unos días que algo que no le gusta de los libros de matemáticas es que antes de leer el problema ya sabe que es lo que tiene que hacer para responder a la pregunta. Si están en el tema de las divisiones, invariablemente los problemas del tema van de divisiones, si están con multiplicaciones toca multiplicar y así habitualmente. Al final resolver la colección de problemas que trae el libro sirve para automatizar las operaciones pero ¿de verdad entienden por qué hay que hacer esa operación en concreto?
En esas edades tempranas yo sería partidario de empezar los temas por los problemas, intentar resolverlos con las herramientas que tengan a su alcance y de cualquier manera que se les pueda ocurrir -seguramente nos sorprenderían en más de una ocasión- y después mostrar la teoría que les hiciera ver que hay métodos mejores para resolver esos problemas.
Otro de los errores, a mi entender, es que se siguen poniendo los mismos problemas que me ponían a mí hace 30 años. Los libros van mejorando pero personalmente echo de menos que los problemas estén más pegados a lo cotidiano. Menos problemas de melones y sandías y más problemas de redes sociales y whatsapp por poner un ejemplo. O las mates las hacemos atractivas o no enganchan a nadie.
Me decía esta semana una alumna de bachillerato que su profesor le había dicho que no sabía estudiar matemáticas. Es brillante en otras asignaturas pero las matemáticas se le atragantan porque intenta estudiarlas igual que la historia o la literatura y aquí la memoria no es suficiente. Estudiar de memoria sirve para salir del paso e ir tirando, pero cuando empiezan las dificultades de verdad es necesario otra cosa.
De todos modos echar toda la culpa a los alumnos tampoco sirve. El año pasado di clase de matemáticas a una alumna que estaba a punto de acabar su grado de magisterio. Tenía atravesadas las asignaturas de matemáticas pero no por la dificultad que entrañaban en sí mismas -no eran nada difíciles, de hecho poco más que el nivel que se enseña en sexto de primaria- pero estaban enfocadas de un modo a mi entender muy equivocado. Mucha didáctica, mucha pedagogía y un nivel de matemáticas muy, pero que muy justito. Alguien que va a enseñar necesita tener unos conocimientos más amplios que los que le estaban enseñando a ella.
Tenemos que ser conscientes de que se enseña trigonometría, se enseñan derivadas, integrales... y luego te encuentras con graduados en economía que no saben hacer un porcentaje para calcular el incremento del IVA. No es una exageración ni algo extraño, lo veo todos los años. Esta misma semana mientras explicaba integrales a un grupo de universitarios tenía que parar a explicar como se sumaban fracciones...
Supongo que todo el que enseña matemáticas se habrá encontrado más de una vez con la típica pregunta de ¿para qué sirven las matemáticas? Las matemáticas sirven en el día a día. Hay cosas como las ahora tan vilipendiadas y poco queridas reglas de tres que se usan a diario, y otras que es muy probable que no se usarán jamás, aunque también tienen su utilidad para ayudar en el pensamiento lógico que ese sí, se usa un día y otro también.
En este vídeo podemos ver una imagen dividida en tres partes, en cada una de las cuales aparece información distinta. En la parte de la derecha se ve una imagen de nuestra vida cotidiana; en la parte central se nos muestra una representación matemática de esa imagen; y en la parte izquierda, por último, las ecuaciones matemáticas que describen cada una de ellas. ¿Seguimos pensando que las matemáticas no están a nuestro alrededor?
No hay que ser ingenuo pensando que las matemáticas van a gustar a todo el mundo, pero los profesores debemos ser capaces de mostrar su lado bello.
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