¿A qué profundos sótanos de indignidad política habremos llegado para que las virtudes más recordadas y señaladas de un personaje político sean la honradez y la honestidad? ¿No es triste? La honradez y la honestidad. En principio son dos valores que se les deberían suponer a todos los que se dedican a esto de la política, pero mi sensación, y creo que el sentir general, es muy distinta. Posiblemente de Suárez ahora se vaya a hacer un icono o un mito, serán muchos (algunos ya han empezado) los que quieran hacer suya esa imagen de Suárez, pero si los políticos que tenemos ahora y que, no olvidemos, hemos puesto nosotros ahí, tuvieran un mínimo de decencia todo esto que ha sucedido en los últimos días debería servirles para recapacitar -y a más de uno para aprender a conjugar la primera persona del presente o del futuro del verbo dimitir-. ¿Alguno de ellos se habrá planteado por qué los ciudadanos recalcamos lo de la honradez y la honestidad? Quizás porque cuando Suárez se fue del primer plano no entró en el consejo de administración de una eléctrica, o un banco, o un gran grupo periodístico. Hoy un político que se precie, y lo digo en modo irónico, no es nada si no aspira a estar en el consejo de administración de algún gran grupo empresarial cuando deja el mundo de la política.
De Suárez se podrán decir cosas mejores y cosas peores, no hay duda. En los años, difíciles, en los que gobernó, yo era un niño y apenas me quedan algunos recuerdos sueltos pero sí tengo la sensación de que con sus aciertos y sus errores en aquella época había una mayor sensación de alegría en el mundo de la política. Una sensación que entre unos y otros nos han ido quitando. Da pena, mucha pena, ver como estos mediocres que hoy nos gobiernan sólo aspiran a enfrentarnos aún más.
Ya se levantan voces poniéndonos sobreaviso de lo que puede llegar en las próximas elecciones europeas del mes de mayo, mucha abstención, fuerte castigo a los dos partidos principales, miedo a que surja algún iluminado que arrastre a desencantados por ambos lados, pero aún así ellos intentarán defender unas siglas rancias que todavía engañan a algunos, nos hablarán de lo malo que es una dispersión del voto, y si un día pasa eso pactarán olvidando sus enormes diferencias que no esconden más que grandes similitudes y apelando al espíritu de la transición o a la figura de Suárez llegarán a acuerdos para seguir repartiéndose el pastel.
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