Eufemismos, ese es el título del artículo que esta semana sale publicado en el Semanario Más. Recuerdo perfectamente cuando en el instituto me explicaban en que consistía eso de los eufemismos, recuerdo que la profesora, muy fina ella, decía que a veces se usaban unas palabras que sonaban menos mal en vez de otras y recuerdo que yo le dije que a mi no me gustaban, que no terminaba de ver a un niño pequeño diciendo eso de excremento, nalga, flatulencia y orina...
Hoy los eufemismos están a la orden del día, nos hemos pasado la semana oyendo hablar de "armonización fiscal" pero creo que a nadie se le escapa que lo que de verdad querían decir era subida de impuestos... Son sólo unos cuantos ejemplos, son mucho más abundantes de lo que nos podemos imaginar y es que es más fácil esconder la verdad tras palabras que no hieran ni los sentimientos ni el bolsillo.
A la hora de escribir estas líneas escuchaba en la radio a un tal “Luis, se fuerte” hablando de “contabilidad extracontable” y de cómo había despistado 50 milloncejos de euros de nada por el extranjero para garantizarse una cómoda jubilación. Eufemismos y circunloquios para no hablar de fraude y de caja B bien a las claras.
Seguían las noticias y resulta que más o menos a esas horas la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil entraba en la sede de la UGT asturiana porque parece ser que algún liberado sindical se ha estado dedicando a “liberar” -esta claro que las noticias del día iban de eufemismos- dineros con dirección a algún bolsillo amigo defraudando a través de cursos de formación.
Son sólo un par de ejemplos, de una semana cualquiera, de un mes cualquiera, en un país cualquiera, pero lo cierto es que no hace falta irse tan lejos porque la semana pasada un amiguete que de estas cosas algo entiende, haciendo labor de ratón de biblioteca, ponía sobre la mesa algunas de las conclusiones que aparecían en el informe de fiscalización del ayuntamiento de Aranjuez en el ejercicio 2013 realizado por la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid, cosillas sin importancia, pecata minuta que diría el fino. ¿Que hay que disolver alguna empresa municipal? Pues valoramos los inmuebles por casi el triple de su valor, y aquí paz y después gloria, no vaya a ser que a alguien le terminara cayendo el peso de la ley por administración desleal, otro eufemismo para no hablar de robo con todas las letras. Pero, ¿saben qué? esto no es más que la punta del iceberg, otro ejemplo más de la “ingeniería fiscal” -este ya el último de los eufemismos- a la que algunos se están acostumbrando.
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