Supongo que el Teorema de Pitágoras no habrá cambiado, aunque con las leyes educativas que nos gastamos en nuestro país nunca se sabe.
Curioso como se planteaba la noticia en la web de la Ser, intentando vender que el coste de poner en circulación estos nuevos libros iba a oscilar entre los 3 y los 90 millones de euros dependiendo de cada editorial. Digo que me resulta curioso porque yo más que coste para las editoriales aquí lo que veo es un jugoso negocio. Muy jugoso por cierto. No me olvido que la Cadena Ser pertenece a Prisa igual que una de las principales editoriales de libros de texto, Santillana. Por si alguien quiere profundizar este enlace aclara bastante.
Continuaba la noticia diciendo que la patronal del sector aseguraba que:
aunque los plazos son muy ajustados, los libros estarán a tiempo en las aulas siempre que las comunidades aprueben a tiempo sus decretos autonómicos antes de junio, para poder imprimir los libros en verano. "Será un esfuerzo importante porque nunca hemos tenido que sacar tantos manuales nuevos en un periodo de tiempo ya corto, pero los libros estarán listos, aunque eso sí, damos por hecho que este año la impresión física de los ejemplares se retrasará hasta los meses de agosto e incluso septiembre".
Deduzco de aquí que las editoriales van a comenzar a preparar sus libros sin que los decretos autonómicos estén aprobados, con lo que podría darse el caso de que se preparen libros de texto que luego no cumplan con los requisitos que marque el gobierno de turno.
La noticia también señala que -Inicio del modo irónico- las editoriales harán todo el esfuerzo posible para que no haya un incremento de precios -fin del modo irónico-.
Por cierto en la noticia nada se habla del tema de la mochila digital un tema que da más miedo que otra cosa, porque al final los que terminan pagando el pato son o somos los de siempre.
Y ante esto, las familias ¿qué? Pues ajo, agua y resina. A joderse, aguantarse y resignarse. Una primera idea de lo que se avecina con estos cambios es que los bancos de libros de texto que con mayor o menor fortuna iban creándose pasan a mejor vida.
Elena Alfaro publicaba en su blog Inquietanzas, Ninguna buena acción queda sin castigo, dice el refrán y nos cuenta que tras lo que parecía un gran éxito de la ciudadanía cuando se sacó adelante una PNL con los libros de texto como protagonistas todo parece indicar que las cosas no pintan demasiado bien. Elena muestra su temor y su desesperanza, por lo pronto a los pocos días de la aprobación de esta PNL desde el ministerio se habló de la eliminación total de las becas de libros de texto por su parte.
Por mi parte estoy tratando de reunir en la misma mesa a sindicatos de profesores y asociaciones de padres (CSIF, FSIE, STES, UGT, ANPE, USO, CONCAPA y CEAPA, por desgracia CCOO me da error una y otra vez) para buscar una solución, un punto de partida común, de mínimos, fuera de ideología, porque he llegado a sentir que en lugar de ayudar, con la petición y todo mi esfuerzo, he logrado que la situación pueda llegar a ser más desgraciada.Porque tal vez, si la administración no responde mostrando respeto por la inteligencia de los ciudadanos a los que dice administrar, llegará el momento de plantarnos padres y profesores. De utilizar masivamente materiales libres o de creación propia de los docentes y mirar con lupa esos libros que tantos cambios dicen tener y negarnos a cambiarlos más allá de lo estrictamente imprescindible, actuando como personas responsables, con criterio y por qué no decirlo, cierto valor.
De imprescindible lectura el artículo de Jordi Martí: La Ley Wert NO obliga a usar libros de texto. En cualquier caso un resumen muy breve sería que la culpa de usar libros de texto recae únicamente en profesores y departamentos, la ley no obliga a usar libros.
Reconoce Jordi que no le gustaría finalizar su artículo sin comentar que a veces hay presiones para que los docentes usen un determinado libro de una editorial concreta (especialmente en los centros concertados y privados). Que esas presiones existan no significa que haya ninguna ley que lo ampare. Ceder a esas presiones -que no tienen nada que ver con la calidad de la docencia- es algo que no debería hacerse. Algo que no se denuncia por miedo a perder sus puestos de trabajo.
Son muchos los intereses que hay en juego, las editoriales que, como decía más arriba hablan de esfuerzo pero se relamen ante lo que se avecina, libreros, colegios concertados y privados que han encontrado en la venta de libros una interesante fuente de financiación, Asociaciones de Padres que también venden libros.
Posiblemente vaya siendo hora de que las familias y los profesores, como decía Elena, digamos que hasta aquí hemos llegado.