En
30 de diferencia no abundan las entradas en las que se hable de
política. No es un tema que me guste porque con la política sucede como con el fútbol, los españoles somos muy cainitas en esto, o del Madrid o del Barça, de la Real Sociedad o del Athletic de Bilbao, de derechas o de izquierdas...
El próximo
24 de mayo se celebrarán las elecciones municipales en toda España y las autonómicas en buena parte de las Comunidades Autónomas y posteriormente las generales en otoño. Los partidos políticos afilan sus armas, surgen blogs por doquier, ahora todos usan las redes sociales y es impensable no tener cuenta en Facebook por poner unos cuantos ejemplos.
No soy experto en comunicación, ni muchísimo menos, pero si que intento utilizar el sentido común y en los últimos días he visto unos cuantos detalles que me dejan realmente perplejo. Desconozco quién es el
Community Manager (responsable de comunicación online) del
Partido Popular en Aranjuez, pero creo que se está cubriendo de gloria.
Comprendo que uno puede tener un calentón en un momento dado y ser de dedo fácil con el teclado, pero cuando representas a una marca, a un partido político en este caso, hay que ser muy cuidadoso con lo que uno publica o deja de publicar. Es evidente que las personas que están tras estas cuentas tienen que lidiar con
trolls que solo pretenden tocar las narices, seguro que no es un trabajo fácil, pero esto no tiene porque ser incompatible con tener dos dedos de frente.
Van aquí un par de ejemplos vistos esta misma semana:
https://twitter.com/pparanjuez/status/583625468479418368
https://twitter.com/pparanjuez/status/585311548928823297
Solo se me ocurre como excusa que esta persona pretenda darse ínfulas y quiera parecerse a
los responsables de comunicación de las cuentas de Twitter de la Policía, Media Markt, etc.Evidentemente no me van a hacer caso y no van a tener en cuenta este artículo en el blog, pero yo, humilde ciudadano, recomendaría al
Partido Popular en Aranjuez que se planteara si la persona que controla su cuenta de Twitter es la más adecuada porque las
gracietas pueden gustar a algunos, pero ese desprecio que muestra por los ciudadanos se les puede volver en contra.