martes, 5 de noviembre de 2013

Evaluaciones

Estos últimos días he visto en Twitter enlaces a un artículo de María Antonia Casanova, Directora de formación del Instituto Superior de Promoción Educativa, que tenía el título ¿Evaluación continua o examen final? Recomiendo su lectura porque me parece bastante interesante lo que cuenta.

Según Casanova la Lomce contiene una importante incoherencia, ya que el artículo 28 de la ley dice que la evaluación del proceso de aprendizaje será continua, mientras que el artículo 29 regula una prueba de evaluación final al finalizar 4º de la ESO que determina si se consigue o no el título correspondiente.

Pero no quería centrarme en la nueva ley, sino en lo que ocurre día tras día en los colegios e institutos. Ya cuando yo estudiaba se oía eso de la evaluación continua principalmente en asignaturas como el idioma extranjero y la lengua por poner un par de ejemplos, y los estudiantes nos lo tomábamos, en general, por el lado que más nos interesaba, si aprobabas al final, aunque durante el curso fueras suspendiendo para nosotros evaluación continua significaba que la asignatura estaba aprobada. Otras asignaturas funcionaban de modo distinto, las matemáticas por ejemplo iban evaluación a evaluación, y si suspendías alguna evaluación luego tenías que recuperarla o en el mejor de los casos ya se vería, según los gustos del profesor.

Veinticinco años después las cosas no han cambiado demasiado. En cada colegio, o mejor cada profesor, hace un poco de su capa un sayo. Los hay (mayoría) que siguen el modo tradicional de hacer un par de exámenes o tres en cada evaluación y de ahí sacar la media aritmética. Otros, apuestan por medias ponderadas, es decir no todos los exámenes tienen el mismo peso a la hora de calcular la nota que aparecerá en el boletín correspondiente. Otro grupo incluye siempre en sus exámenes material de pruebas anteriores con lo que en ese sentido hablan de evaluación continua. Cada uno tendrá sus motivos y no voy a entrar a criticar o decir qué método me parece mejor.
Pero también es cierto que la gran mayoría en la primera clase hablan de la importancia del trabajo diario, de la actitud en clase, de presentar las tareas, etc. aunque ya son aún menos los que hablan de evaluar trabajos voluntarios, seguramente porque no se plantean siquiera que sus alumnos pueden tener o sentir ganas de hacer algo en esa asignatura que no les hayan obligado a hacer (y a lo peor también porque si dan esa oportunidad se encuentran con que tienen que corregir y evaluar más trabajos). Y es una lástima porque fomentando este tipo de actividades es como yo creo que más se podría conseguir.

Puede ser una percepción equivocada, pero creo que somos mayoría los que pensamos que lo que de verdad cuenta al final es la nota del examen. Se pone mucho énfasis en hablar de otras cosas, pero al final es lo que importa. El trabajo diario o la actitud en el aula no pesan tanto como posiblemente debieran y sinceramente creo que esto es perjudicial para los alumnos en la mayor parte de los casos.

Sé que estoy generalizando, y toda generalización contiene injusticias, pero ¿se evalúa correctamente a los alumnos? ¿Tiene sentido en pleno siglo XXI seguir evaluando como en el siglo pasado? ¿De verdad es importante hacer que los alumnos se aprendan cosas de memoria que en el mejor de los casos habrán olvidado a la vuelta del fin de semana? Mucha TIC, mucho libro electrónico y mucha pizarra digital, pero seguimos prácticamente igual que cuando yo estudiaba la EGB. Estamos intentando educar para dentro de veinte años y seguimos haciéndolo con los métodos de hace 20 años en el mejor de los casos, y esto termina significando que la educación lleva al menos 40 años de retraso...

Hoy leía en un blog de 3º de Primaria del cole de mis hijas que Marta, la profesora, contaba que habían hecho un debate en clase. Me parece una actividad muy, muy acertada. Interesante y claro que a los alumnos les ha gustado mucho, es distinto a lo habitual, permite trabajar en equipo, colaborar, reflexionar sobre la opinión de los otros. ¿Alguien piensa que habrán aprendido menos que si hubieran seguido con el libro de texto? Yo estoy convencido de que no, más bien lo contrario.
Evidentemente hay profesores que intentan salirse de la norma, pero lo que más abunda sigue siendo la clase magistral, el imprescindible libro de texto, una metodología expositiva, un examen memorístico y deberes rutinarios para casa. ¿Esto motiva a los alumnos? No sé, pero si yo volviera hoy al colegio seguro que no me gustaría demasiado.

Soy consciente de que en primaria puede haber algo más de libertad y que los profesores de secundaria lo tienen demasiado complicado pero es que tampoco se mueven demasiado. Los alumnos hacen bien lo que se les enseña: copiar y hacer cosas de memoria o de forma automática pero pídeles que sean creativos, que tengan iniciativas... ¿Cómo van a tenerlas si no les ofrecemos nada de todo esto?


miércoles, 30 de octubre de 2013

¿Jornada partida o jornada continua?

Leía ayer en 20minutos.es un  artículo en el que se hablaba de este asunto. Según el artículo la jornada partida va perdiendo protagonismo poco a poco en colegios de primaria, tiene presencia mínima en secundaria y prácticamente no existe en bachillerato.

Como detalla en un artículo Antonio Tinajas Ruiz, catedrático de enseñanza secundaria, solo "la escuela privada garantiza la jornada partida", la más extendida en Europa.

Los defensores del horario escolar partido aseguran que éste reduce el fracaso escolar, contribuye a que los niños se cansen menos y favorece la conciliación familiar y laboral, en las familias cuyos padres trabajan y no pueden atender a sus hijos por las tardes.

En cuanto a las desventajas, sus contrarios argumentan que lo anterior es falso. En su opinión, la jornada partida disminuye el rendimiento de los estudiantes mientras que aumenta su cansancio.

¿Quién lleva la razón? Yo no lo sé.

Concapa, la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos, destaca la relación entre la conciliación de la vida familiar y laboral y el horario escolar, por lo que "apuesta por la jornada de mañana y tarde, salvo contadas excepciones como los meses de calor en zonas como el sur de España o Canarias". 

Por su parte los argumentos que esgrimen los partidarios de la jornada continua (sobre todo el profesorado) no suelen venir acompañados de los estudios científicos que los ratifiquen. Las ventajas que se le atribuyen son las mismas que en el caso anterior, de ahí la controversia: mayor rendimiento escolar, un menor cansancio, más posibilidades de realizar actividades extraescolares, más opciones de que los profesores complementen su formación y una mejora de la vida familiar, al disponer los hijos de más tiempo fuera de los colegios.

En cuanto a las desventajas, para Concapa, en los centros donde se defienden menos horas de clase, la reivindicación responde más al profesorado "que a una mejora de la enseñanza", ya que, a su juicio, "no beneficia ni a los alumnos ni a los padres". Asegura que la jornada intensiva propicia que los niños tengan más horas de trabajo porque tienen más deberes, "mientras que los padres no pueden estar ese tiempo con ellos y han de buscar también alternativas extraescolares".

Jesús María Sánchez Herrero, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), justifica la jornada continua "en zonas rurales de difícil acceso u otras características socioeconómicas particulares", pero señala su oposición a la jornada escolar continua. Asegura que en las comunidades autónomas donde está implantada, "en ningún caso ha mejorado el rendimiento escolar del alumnado", se limita la participación en actividades extraescolares al reducirse las posibilidades de transporte y cerrarse los centros por las tardes, además de empeorar la situación de los niños con más necesidades educativas y sociales.

Y los inconvenientes continúan. Para Sánchez Herrero, cuando las tardes quedan libres para los escolares, las clases son más cortas, "por lo que el profesorado dispone de menos tiempo para impartir su materia" y ha de encargar más deberes al alumnado, lo que implica una sobrecarga para los estudiantes, que bien han de contratar clases particulares o superar las dificultades por sus propios medios, en el caso de que los padres no pueden afrontar el gasto de esas clases ni tengan la formación adecuada para ayudarles. Por este motivo, considera que "no contribuye en absoluto a combatir el fracaso escolar".

El cambio de la jornada partida a la continua afecta a alumnos, padres y profesores. Respecto a estos últimos, CEAPA considera legítimo que reclamen la jornada matutina, pero sin que esto afecte a los estudiantes ni a las familias. "Distinguimos entre la jornada laboral del profesorado, la lectiva del alumnado y el horario de apertura de los centros educativos. Estas tres jornadas no tienen por qué coincidir", matiza. Esta asociación estima que la jornada de los profesores no debería influir en la de los escolares, de manera que estos puedan permanecer en los centros y aprovechar sus instalaciones y recursos. "El problema se suscita cuando un sector del profesorado cree que el camino más corto para alcanzar sus objetivos es modificar también la jornada del alumnado", critica.

Personalmente no sé muy bien qué decir, este es uno de esos temas en los que no tengo una opinión formada aparte de lo que a cada uno le pueda ir mejor o peor. Sí que creo que no siempre desde los centros se da la información más honesta, y no siempre porque los profesores prefieran tener una jornada continua antes que una jornada partida sino porque seguro que algunos centros concertados y privados optan por la opción de la jornada partida buscando hacer caja. Que si comedor escolar, que si actividades formativas, que si extraescolares... 

lunes, 28 de octubre de 2013

Experimento plantas

Hace unos días empecé a hacer un experimento con unas judías para comprobar como las plantas van buscando la luz del Sol.

Ya he terminado el experimento y ha salido muy bien. Al principio crecían muy despacio pero luego fue muy rápido. Las judías han ido creciendo hacia el lado de la caja que tenía un agujero y luego han seguido creciendo hacia arriba.

Aquí se puede ver como ha ido el experimento día a día.

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Resultados en pruebas externas versus resultados futuros

+Jordi Martí publica en su interesante y recomendable blog Xarxatic un artículo titulado ¿Debemos enseñar para tener éxito en las pruebas externas? en el que plantea algunas cuestiones a las que sinceramente  no sé muy bien cómo responder.
En unos momentos en que el sistema educativo se mide (y aún se va a medir más en un futuro) mediante determinadas pruebas externas (léase PAU o futuras reválidas) conviene plantearse realmente cómo se debe dar clase a los alumnos. ¿Debemos asumir nuevas metodologías que, a pesar de entroncar con la posibilidad de tener éxito en las pruebas que deberán pasar nuestros alumnos, son las que pensamos que son más beneficiosas para un completo desarrollo educativo (a nivel de adquisición de competencias de diferentes tipos) de nuestros alumnos? O, quizás, por el bien de los chavales que se van a ver obligados a establecer una competencia continua mediante pruebas, ¿debemos prepararles para que saquen las máximas calificaciones en las mismas?
Son buenas preguntas para empezar y es posible que dependiendo desde dónde las respondamos nos vayamos a un extremo u otro.

Inicialmente me inclinaría a pensar que se debe apostar por nuevas metodologías que intenten preparar del mejor modo posible a los chavales para lo que se van a encontrar en el futuro. Porque ¿tiene sentido que tengan que seguir estudiando cosas de memoria cuando a un golpe de clic de ratón tienen muchísima más información de la que jamás se habría pensado?, ¿tiene sentido seguir enseñando igual que se hacía hace veinte años para chavales que tendrán que desarrollar sus competencias dentro de veinte años?
Pero por otra parte, ¿qué piensan al respecto la mayoría de las familias, o incluso los alumnos? ¿No nos fijamos principalmente en la calificación sin dar importancia al resto (trabajo, actitud, interés...)? ¿Qué es lo que más valoran la mayoría de los profesores, el trabajo diario, el trabajo voluntario, la actitud en clase o la nota del examen de evaluación?

Dice Jordi que si se analizan con detenimiento los resultados de estas pruebas seguramente las mejores calificaciones se dan en alumnos con un método de aprendizaje muy enfocado a las mismas, y posiblemente no le falte razón.
A mí, en la academia me sucede exactamente esto. Me gustaría poder enseñarles otras cosas, y de hecho lo intento, siempre intento mostrar el lado divertido de las matemáticas, intento hacer que piensen y razonen, pero tampoco me puedo engañar, cuando un alumno llega a mí, lo que busca, él y su familia, es aprobar el próximo examen o recuperar la evaluación suspendida y ese es su único objetivo. Y si yo quiero seguir comiendo necesito que lo consiga.

Por desgracia, los profesores, aunque no lo parezca, trabajan bajo una presión importante, los resultados también son necesarios, todos los colegios quieren tener los mejores resultados posibles pero mucho me temo que cuando se utiliza la palabra resultados nos fijamos única y principalmente en el dato numérico. Nos movemos de una forma corto-placista, pensando demasiado en el hoy y dejando el mañana muy lejos.

Voy a generalizar, y evidentemente toda generalización es injusta, pero la gran mayoría de los profesores siguen evaluando en base a unos exámenes, a unas pruebas que se hacen en un día concreto y en las que se mide a los alumnos sin tener en cuenta multitud de factores que hay alrededor. He escuchado muchas veces eso de que se tendrá en cuenta el trabajo pero seguimos teniendo la sensación, y probablemente no es equivocada, de que al final lo que cuenta es la nota de ese examen.





domingo, 27 de octubre de 2013

Con la familia, la remontada es posible

A través de un enlace que compartía Meli en Facebook (muchas gracias) llego a este vídeo realizado por la Asociación De Familias Numerosas de Euskadi, Hirukide.

En el vídeo Hirukide pretende destacar el colchón que suponen las redes familiares a la hora de abordar situaciones de desempleo originadas en el actual contexto de crisis económica y social.


Este trabajo, que se presentaba recientemente en el VI Congreso Vasco de Familias Numerosas, presenta a un padre en paro que tiene que enfrentarse a la situación de explicar delante de un grupo de niños de nueve años, entre ellos, su propio hijo, que está en paro y que su "trabajo en este momento es buscar trabajo". A partir de ahí, y ante la atenta mirada de los niños, el padre establece un paralelismo entre su situación laboral y el marcador 0-4 en un partido de fútbol, entre la familia y los jugadores del partido, para concluir que "con un buen equipo, la remontada es posible".

En la actual situación en la que se supera el 25% de paro el único motivo real por el que seguimos adelante es gracias a la familia; a la fuerza que esta institución tiene en nuestra sociedad y a la generosidad de millones de madres, padres, abuelos, hijos, que se quitan de lo que no tienen para compartirlo con sus seres más cercanos.

Es triste que los medios de comunicación pretendan vendernos otras cosas, normalmente siempre negativas, y que la familia no sea noticia y más triste aún que los gobernantes, sean del signo que sean no valoren y defiendan en su justa medida a esta institución que sigue llegando donde ellos nunca llegan, a lo más importante, a las personas.

No dejéis de verlo, porque de verdad merece la pena...







sábado, 26 de octubre de 2013

De derechos y negocios

Leía hoy un artículo de la Fundación Melior en el que se preguntaban si la educación es un derecho o un negocio.

La enseñanza básica es obligatoria y gratuita. Así lo dice el apartado 4 del artículo 27 de la Constitución Española. Obligatoria desde luego, pero ¿gratuita? Si fuera así, ¿por qué muchas familias españolas no pueden asumir el gasto que supone la vuelta al cole de sus hijos?

Cuando las cosas iban bien, o simplemente mejor que ahora, se daba menos importancia a este tema, pero en los últimos años se ha ido sumando una situación económica cada vez más complicada a una disminución casi total de las ayudas y becas para los libros. Y cada comienzo de curso salta a los titulares de los medios un tema recurrente: El coste de los libros en la vuelta al cole.


La imagen que ilustra el artículo de la Fundación Melior es elocuente, el precio de los libros para un niño de 4º de Primaria asciende a 400 euros. Aunque no deja de ser un ejemplo puntual, posiblemente de un colegio concertado o privado y por la editorial que predomina diría que religioso, no es demasiado diferente tampoco a lo que nos podemos encontrar en muchos colegios públicos.

Por cierto, como anécdota, algunos de los libros que el colegio vende con descuento, en la página de Amazon se pueden encontrar entre 4 y 5 euros más baratos. Así que negocio, y redondo además, para el colegio.

La experiencia docente de muchos años me dice que los libros en primaria se usan bastante más que en secundaria y es posible que en esas edades más tempranas los niños puedan necesitar de esos manuales de apoyo, aunque estoy convencido de que cada vez menos. ¿Alguien duda de lo qué prefiere un alumno? ¿Recibir la explicación de la circulación de la sangre siguiendo el aburrido libro de texto o proyectando en una pantalla un vídeo de la serie Erase una vez el hombre? ¿No hay material interactivo suficiente en Internet con el que explicar cualquier tema? ¿Con qué aprenderán más los chavales?

De todos modos cuando ya nos vamos a secundaria y bachillerato, el despropósito es absoluto. Con el coste que tienen los libros, ver que en muchísimos casos estos manuales se usan únicamente como repositorio de ejercicios y problemas da pena y vergüenza. Muchos de mis alumnos reconocen que no usan los libros absolutamente para nada, simplemente para ir a la página que les indican y realizar el ejercicio que les ponen para casa. ¿Triste, verdad?

¿Y si no usan los libros más que para hacer los ejercicios no sería más fácil prescindir de ese libro y plantear ejercicios que se pueden encontrar a patadas en Internet o que el mismo profesor puede preparar sin demasiadas dificultades?
La respuesta es evidente pero eso para el profesor supone un trabajo extra, y aunque hay muchos profesores que preparan sus propios materiales y que además los comparten con todos aquellos que lo necesitan sigue habiendo una gran mayoría que prefieren seguir atados a su libro de texto, que les da todo casi resuelto. Con lo que el libro también se convierte en un negocio para algunos profesores.

A alguno le surgirá la pregunta de si no serán muchísimo mejores los libros de texto que preparan las editoriales que el material que prepara un simple profesor. Y seguramente si iniciativas como la de apuntesmareaverde.org.es  van fraguando pronto lo empezaremos a escuchar en los medios de comunicación.
Yo, personalmente, tengo claro que no. El profesor sabe perfectamente lo que quiere explicar y cómo explicarlo. Muchas veces adecua su material a los propios alumnos, sabe donde debe hacer más o menos incidencia. ¿No es esto preferible?

Cuenta el artículo de la Fundación Melior lo siguiente:
Las editoriales ganan en un año por la venta de estos libros la mitad de lo que gasta el Gobierno en Educación. Según la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (ANELE), la facturación en libros de texto en el curso escolar 2012-2013 fue de 803.180.000 euros. Mientras que la cifra destinada a Educación en los Presupuesto Generales del Estado para 2013 se situó en poco más de 1.944 millones.
Muchos intereses y mucho dinero en juego. Demasiado como para no pensar en el negocio montado alrededor. Se acaba de aprobar la LOMCE y seguro que muchos pensamos que antes de su aprobación la mayoría de las editoriales ya tenían preparados los materiales para el curso que viene...